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Se separaron y se organizaron: las hijas permanecen en el hogar, los padres van y vienen

El hogar de dos niñas seguirá siendo el mismo, aunque sus progenitores ya no vivan juntos. En una localidad de la zona andina de Río Negro, una pareja que atravesaba su separación encontró una salida alternativa a las dificultades económicas: acordaron alternarse en el uso de la vivienda familiar para que sus hijas no deban mudarse ni perder su espacio cotidiano.


El entendimiento surgió en una mediación prejudicial donde ambos mostraron disposición al diálogo. Lejos de las discusiones o los enfrentamientos, priorizaron el bienestar de sus hijas y el valor simbólico del hogar compartido. Así, decidieron que una semana estará el padre con las niñas y la siguiente la madre, bajo el mismo techo, pero sin convivir. Cuando uno de los adultos está en la casa, el otro se retira, y viceversa.

El acuerdo incluye un esquema flexible con el objetivo de acompañar la realidad laboral y académica de ambos. En tal caso si uno de ellos debe permanecer más tiempo por sus tareas laborales o académicas, se comunican y reorganizan las semanas sin conflictos ni formalidades. La consigna que los guía es simple: sostener la rutina de las niñas y garantizarles estabilidad afectiva.

Además durante los períodos en que las niñas están al cuidado de su padre, la madre podrá buscarlas para compartir tiempo juntas y con la familia extensa. Esa posibilidad, acordada por ambos, refuerza el vínculo cotidiano y evita los cortes bruscos en la convivencia, algo que suele ser difícil de lograr en separaciones recientes.

El aspecto económico también fue abordado con equilibrio. Cada progenitor se hace cargo de los gastos del hogar y de los alimentos mientras las hijas estén a su cuidado. Además, el padre se comprometió a aportar calzado, ropa y leña cuando disponga de ella, como una manera de colaborar con las necesidades comunes.

El acuerdo se alcanzó en una sola audiencia en un centro de mediación del Poder Judicial de Río Negro. En el proceso se destacó la predisposición y, el respeto con que ambos progenitores. Padre y madre entendieron que la separación no debía transformarse en una pérdida para las niñas, sino en una reorganización solidaria con esta nueva realidad familiar.