La pasajera la advirtió al taxista sobre el exceso de velocidad pero igual chocaron

De madrugadas dos trabajadoras terminaron su jornada laboral en una heladería de Viedma. Llamaron a una empresa de traslados y pasó a buscarlas un taxista en un Fiat Palio. Ambas se sentaron en el asiento trasero.

A las pocas cuadras, una de las trabajadoras le dijo al conductor que iba muy ligero. Sin embargo, el taxista no bajó la velocidad. Pocas cuadras después perdió el control del vehículo.
Cuando advirtieron que el móvil se dirigía hacia un auto estacionado, una de las pasajeras le gritó al chofer: “guarda que tenés uno adelante”. A pesar del aviso, se produjo la colisión en calle Saavedra con un Renault Logan que estaba estacionado sobre el cordón derecho.

La más afectada fue la pasajera que iba atrás del conductor. Se golpeó con el techo del auto. Producto del impacto recibió un duro golpe y padeció traumatismo craneoencefálico con pérdida de conocimiento, y traumatismo de columna vertebral en el segmento cervical. Inmediatamente fue llevada al Hospital Artémides Zatti donde fue tratada, e incurrió en diversos gastos de curación y farmacia.

Por el siniestro vial se iniciaron actuaciones policiales y judiciales, que culminó con la suspensión del juicio a prueba.
Entonces inició un juicio civil por daños y perjuicios. Según las pericias, la mujer presenta hoy un cuadro secuelar crónico, denominado síndrome vestibular, caracterizado por mareos y crisis de vértigo paroxístico benigno. En definitiva, quedó con secuelas físicas y psicológicas.

La jueza civil de Viedma condenó a la aseguradora Bernardino Rivadavia y al taxista a abonarle dos millones de pesos por gastos médicos y daño moral. Pero además, deberá cuantificarse el rubro incapacidad sobreviniente para sumarle al resarcimiento que recibirá la trabajadora.