Cada paso que dio hasta llegar al lugar de la audiencia le costó esfuerzo. Respiraba con dificultad, sostenía una pequeña bolsa con papeles y documentos, y miraba con atención el edificio del Cimarc de Cipolletti. Como si cada tramo fuera una barrera más que tenía que superar. No tenía con quién ir, ni cómo llegar. Fue sola.
Vive sola desde hace años, desde que su compañero de vida falleció. Su hijo no mantiene contacto con ella, y su salud, especialmente la pulmonar, la obliga a moverse con cuidado. Aun así, decidió presentarse. Porque, como dijo en voz baja cuando llegó, no podía seguir viviendo entre humedad.
La situación de su departamento se volvió insostenible. El techo perdía agua, las paredes se descascaraban y la humedad le impidió dormir durante semanas. La ropa ya no cabía en el placard por el moho. No solo estaba incómoda. Sentía que ya no podía respirar.
El abogado que la acompañó pertenece a la defensa pública de mediación. Al escucharla por primera vez, entendió que el caso requería atención urgente. Se logró convocar la primera audiencia en poco tiempo. Allí, la persona citó a un vecino del edificio. Él se presentó solo, sin abogado. La conversación fue cordial. El vecino explicó que su unidad estaba deshabitada desde hacía tiempo, que había arreglado el baño y cortado el agua. Quiso dejar en claro que no era su departamento el origen de las filtraciones. Ella lo escuchó. Al final, ambos coincidieron en que el problema no venía de allí.
La sospecha recayó entonces en otro sector del edificio: un departamento que pertenece al Estado nacional. También se habló del caño principal que alimenta a las unidades.
En la siguiente audiencia, la mujer decidió no volver a invitar al vecino. Esta vez llamó al administrador del consorcio, quien asistió acompañado de su abogado. La conversación fue distinta. El administrador reconoció que el edificio tenía varios problemas similares. Dijo que el caño principal ya se encontraba reparado. La persona contó que su techo ya no perdía agua, que las paredes comenzaban a secarse, pero que aún necesitaba una solución definitiva.
Fue entonces cuando mencionó su otro departamento. También en el edificio. Lo había comprado con su marido y soñaban con alquilarlo para tener una entrada extra en la jubilación. Pero tras ser usurpado, quedó en ruinas. Nadie quiere comprarlo y no tiene ayuda para mostrarlo ni difundir su venta. La deuda que mantiene por ese inmueble la agobia.
El administrador la escuchó. Se conmovió. Y le ofreció su ayuda: se comprometió a acompañarla en la venta y en las gestiones que sean necesarias. También prometió ocuparse de que el departamento del Estado nacional sea revisado, para saber si de allí proviene la humedad que aún persiste.
Se fue de la mediación distinta a como llegó. Dijo que hacía mucho no se sentía tan escuchada. Que por fin alguien había querido ayudarla. Y que esa noche —quizás— iba a poder dormir un poco mejor.
La situación de su departamento se volvió insostenible. El techo perdía agua, las paredes se descascaraban y la humedad le impidió dormir durante semanas. La ropa ya no cabía en el placard por el moho. No solo estaba incómoda. Sentía que ya no podía respirar.
El abogado que la acompañó pertenece a la defensa pública de mediación. Al escucharla por primera vez, entendió que el caso requería atención urgente. Se logró convocar la primera audiencia en poco tiempo. Allí, la persona citó a un vecino del edificio. Él se presentó solo, sin abogado. La conversación fue cordial. El vecino explicó que su unidad estaba deshabitada desde hacía tiempo, que había arreglado el baño y cortado el agua. Quiso dejar en claro que no era su departamento el origen de las filtraciones. Ella lo escuchó. Al final, ambos coincidieron en que el problema no venía de allí.
La sospecha recayó entonces en otro sector del edificio: un departamento que pertenece al Estado nacional. También se habló del caño principal que alimenta a las unidades.
En la siguiente audiencia, la mujer decidió no volver a invitar al vecino. Esta vez llamó al administrador del consorcio, quien asistió acompañado de su abogado. La conversación fue distinta. El administrador reconoció que el edificio tenía varios problemas similares. Dijo que el caño principal ya se encontraba reparado. La persona contó que su techo ya no perdía agua, que las paredes comenzaban a secarse, pero que aún necesitaba una solución definitiva.
Fue entonces cuando mencionó su otro departamento. También en el edificio. Lo había comprado con su marido y soñaban con alquilarlo para tener una entrada extra en la jubilación. Pero tras ser usurpado, quedó en ruinas. Nadie quiere comprarlo y no tiene ayuda para mostrarlo ni difundir su venta. La deuda que mantiene por ese inmueble la agobia.
El administrador la escuchó. Se conmovió. Y le ofreció su ayuda: se comprometió a acompañarla en la venta y en las gestiones que sean necesarias. También prometió ocuparse de que el departamento del Estado nacional sea revisado, para saber si de allí proviene la humedad que aún persiste.
Se fue de la mediación distinta a como llegó. Dijo que hacía mucho no se sentía tan escuchada. Que por fin alguien había querido ayudarla. Y que esa noche —quizás— iba a poder dormir un poco mejor.
La mediación en Río Negro
El Poder Judicial consolidó durante 2024 el fortalecimiento de los métodos autocompositivos de resolución de conflictos, a través de la Mediación Prejudicial y la Conciliación Laboral Prejudicial, dos herramientas que permitieron canalizar de manera temprana y colaborativa una gran cantidad de disputas en toda la provincia.
Según los datos del Informe Estadístico Anual 2024, los Centros Integrales de Métodos Autocompositivos de Resolución de Conflictos (Cimarc) registraron un total de 14.228 ingresos de legajos en procesos de mediación, lo que representó un incremento de 831 casos respecto del año anterior. Esta cifra marcó el récord histórico desde la creación del sistema, con un crecimiento sostenido que se mantiene desde 2021.
Según los datos del Informe Estadístico Anual 2024, los Centros Integrales de Métodos Autocompositivos de Resolución de Conflictos (Cimarc) registraron un total de 14.228 ingresos de legajos en procesos de mediación, lo que representó un incremento de 831 casos respecto del año anterior. Esta cifra marcó el récord histórico desde la creación del sistema, con un crecimiento sostenido que se mantiene desde 2021.